Mi Tío Gervasio

Mi tío Gervasio fue un hombre común y corriente, de poca educación formal pero con mucha sabiduría popular. Fue el único tío por parte de mi madre que conocí y nunca supe si existió otro, aunque supongo que así fue porque siempre mencionaban a uno cuyo nombre no recuerdo.

Mi tío fue un agricultor de la zona rural de las afueras de Caracas, donde seguramente nació, y de esos oficios aprendió que podía ser jardinero como empleado del gobierno de la parroquia de Petare, donde trabajó y se mantuvo por muchos años, algunas veces vendiendo lotería en las calles de la zona para redondearse el diario. Entre lo que ganaba como jardinero y lo que producía como vendedor de lotería, fue haciendo sus puyitas, como en su época le decían al dinero de los pobres. Pero lo más importante fue que él pudo mantenerse como trabajador activo por muchos años, lo que le permitió acumular prestaciones sociales.

Mi tío tenía un carácter fuerte pero no era grosero ni violento y hablaba poco. Siempre discutía con mi madre por asuntos banales o poco importantes. Quizás esa era una forma de mantener viva la comunicación entre ellos durante todo el tiempo que vivimos juntos. Desde que yo era un niño recuerdo a mi tío siempre presente en mi vida hasta el día de su muerte y también recuerdo que su madre (mi abuela materna) también vivió con nosotros por algunos años, aunque quedó impedida de salir de una cama hasta su fallecimiento, y de alguna manera, mi tío la cuidó porque dormían en el mismo cuarto, así éramos de pobres en esa época. 

Mi madre le preparaba la comida a mi tío todos los días, excepto cuando mi esposa lo hacía. A él le gustaban mucho los huevos fritos o elaborados como tortillas que contenían otras proteínas. Ėl no consumía licor bajo ninguna presentación y solo tomaba una copa de vino cuando le pedíamos para brindar por algún acontecimiento. Quizás por esas razones, aunadas al hecho de que era un trabajador incansable, le permitieron vivir hasta muy avanzada edad. Lamentablemente, un conductor lo arrolló en Petare, adonde siempre acudía para pasar el tiempo o para ganar algún dinero vendiendo lotería en las calles de esa parroquia. De ese arrollamiento no pudo recuperarse y después de unos meses, falleció en una cama de un hospital. Después del arrollamiento no pudo levantarse más.

Discutía con nosotros cuando creía que tenía razón, sin llegar nunca a la agresión y esas discusiones no ocurrían casi nunca. Cuando el hombre llegó a la Luna, decía que eso era un engaño y que no era posible que el hombre viajara tan lejos sin morir. Nunca lo pudimos convencer de que ese evento fue real.

Tanto quería a su hermana (mi madre) que cuando fue jubilado de su trabajo como jardinero, decidió entregarle las prestaciones sociales y sus ahorros para ayudar en la compra de una vivienda. En ese entonces vivíamos todos juntos en un apartamento arrendado en La Pastora. Éramos seis más las mascotas y los canarios. Con ese dinero (unos 10 mil bolívares de la época) completé para la compra de un apartamento en la urbanización El Marqués y nos mudamos todos juntos en 1972 (han transcurrido 50 años hasta el día de hoy cuando actualizo estas notas). Gracias al desprendimiento, a la honradez y al carácter de mi tío Gervasio pude cambiar de vida para beneplácito y mejora de mi familia. Gracias a él puedo vivir hoy recordándolo con lágrimas en mis ojos, las que nunca derramé por quien se decía que era mi padre.

Hasta siempre Tío Gervasio. Descansa en Paz y no discutas más con tu hermana porque ella también te quiso mucho.

   

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